En todo este tiempo en el que he podido cambiar tantos hábitos y transformar mi interior, me he dado cuenta, ahora mirando hacia atrás y habiendo conocido a tanta gente por el camino, que hay una serie de ‘estados emocionales’ por los que pasamos muchas de las personas que avanzamos por el camino de la sostenibilidad.
Aunque estos estados y este orden podría coincidir con otras filosofías dentro de la sostenibilidad, en este post voy a centrarme en los que seguimos la filosofía zero waste (residuo cero).

Evidentemente esto no es ningún estudio riguroso hecho por psicólogos y científicos super avanzados de la universidad más prestigiosa del planeta (aunque podría serlo. Ahí dejo la idea 😂). Tan sólo me baso en mi experiencia personal, y después de observar con detalle a la gente que he conocido tanto personalmente como virtualmente a través del blog y las redes sociales, y que siguen este movimiento.

La ventaja de saber ‘los posibles estados’ por los que podemos pasar, nos da la oportunidad de reconocer y gestionar las emociones de manera más consciente, además de saber actuar ante cada uno de ellos.

Los 7 estados

1. Shock

Aunque no es exactamente un estado de shock tal como lo conocemos, casi podría serlo.
Este vendría a ser el momento en que abrimos los ojos, el momento en el que ‘despertamos’ y nos damos cuenta de que toda la basura que generamos no sólo no desaparece, sino que tiene un impacto real y está acabando con el planeta y con la vida. En el que nos damos cuenta que nuestro estilo de vida y nuestro actual modelo de consumo ha puesto en riesgo el futuro de la Tierra y de todos los seres vivos y que además tenemos poco tiempo.
El exceso de información al que nos sometemos durante este estado, ocasiona a veces ese bloqueo que no nos permite reaccionar, ni saber que hacer, ni por donde empezar. Por suerte dura poco tiempo…

2. Sentimiento de culpabilidad

El hecho de tomar conciencia de nuestra gran implicación y responsabilidad dentro de un problema que desconocíamos, y el hecho de haber participado inconscientemente en la degradación y contaminación de la Tierra, nos lleva a tener ese sentimiento de culpabilidad por no haber visto antes un problema tan evidente. Y digo esto porque una de las preguntas comunes que nos hacemos es… ¿Cómo no me he dado cuenta antes?

3. Motivación

Después de pasar por un estado de bloqueo y culpabilidad, llega el ‘click’ que nos permite pasar a la acción. Normalmente es un estado en el que nos sentimos muy activos y positivos, y en el que estamos dispuestos a hacer cambios para mejorar nuestro estilo de vida y nuestro entorno, (tanto que a veces nos pasa que queremos hacerlo todo de golpe). Este estado es el que también nos incita a buscar activamente alternativas más sostenibles y a seguir informándonos de todo lo que podemos hacer individualmente para reducir nuestra huella.

4. Frustración

Aunque lo pongo en el cuarto lugar, lo cierto es que es un estado intermitente, es decir, a lo largo de nuestro camino va reapareciendo en varias ocasiones y circunstancias.

Después de estar a tope de motivación deseando cambiar el mundo e idealizando una vida sin basura, llega la frustrante realidad (temporal).
La frustración puede llegar cuando comenzamos a buscar alternativas y no encontramos, cuando no encontramos tiendas donde comprar sin empaques, cuando rechazan nuestras bolsas de tela o recipientes, cuando sientes que económicamente no puedes permitirte este estilo de vida (ya hablaré de esto en otro post), cuando ves plástico hasta en la sopa, cuando el entorno no te apoya, te juzga o no te entiende…
Personalmente, este fue un estado en el que me sentía como si hubiese tenido que frenar a fondo mientras iba a 200km por hora 💔😂. Pero ese freno bien gestionado, puede convertirse en una buena dosis de calma y realidad que nos permite ir paso a paso de manera más consciente, y que además nos permite reconocer y aceptar nuestras limitaciones pudiendo tener algo más claro el camino que debemos escoger para seguir avanzando.
Además la frustración puede ser una buena herramienta durante el proceso, para fortalecer nuestro compromiso y actuar con mayor determinación.

5. Vergüenza

Uno de los sentimientos más comunes, sobretodo cuando estamos empezando, es la vergüenza.
La vergüenza de pedir que nos pongan la compra en nuestras bolsas de tela o en nuestro tupper, la vergüenza de rechazar una bolsa de plástico, la vergüenza de pedir que nos hagan la tara, la vergüenza de pedir que nos sirvan el café en nuestra taza reutilizable… Incluso la vergüenza de contar a los demás, familiares, amigos o desconocidos, nuestro nuevo estilo de vida, o de tener que dar explicaciones del porqué no queremos utilizar plástico u otros desechables.
La verdad es que es un sentimiento que debemos intentar superar lo antes posible porque no nos permite avanzar y porque además es simplemente fruto de nuestros miedos y no refleja la realidad.
Una vez que damos el paso, nos damos cuenta que no es tan difícil como pensábamos, que una gran mayoría aceptarán encantados nuestras bolsas o recipientes, que parte de nuestro entorno se irá sumando con pequeños gestos, motivados por nuestro ejemplo y que la vergüenza simplemente queda en una anécdota.

6. Libertad

Una vez que superamos nuestros miedos y vergüenzas, que aprendemos a gestionar y a convivir con la frustración que nos acompaña más de lo que nos gustaría y que la motivación nos mantiene en el camino, llega la calma y la estabilidad.
Poco a poco vamos encontrando esos lugares donde hacer nuestras compras zero waste y comenzamos a hacer cambios que cada vez más, van formando parte de nosotros. La capacidad de adquirir nuevos habitos o de reducir nuestro consumo cada vez es mayor, y el esfuerzo destinado cada vez más insignificante.
Por fin llega ese maravilloso estado de libertad. La libertad de ser un consumidor consciente, de tener el poder de elegir lo que quieres sin ser manipulado por la publicidad ni las grandes industrias, de no depender del consumismo de la sociedad actual. Tu decides, eliges, haces y además tienes opciones más éticas y sostenibles al alcance, que ni siquiera sabías que existían. Y es que sin duda, vivir en armonía con la naturaleza nos hace libres.

7. Felicidad

La paz interior que nos da la libertad, la certeza de estar cumpliendo con nuestro ‘deber’ como seres humanos y de estar aportando nuestro granito de arena a un mundo mejor. Contribuir, ser parte del cambio y vivir en armonía con la naturaleza y con todos los seres vivos es sin duda, la felicidad.

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Quizás has pasado por todos estos estados emocionales o estás inmerso en alguno de ellos. O también puede pasar que hayas pasado por otros totalmente diferentes, o incluso ninguno. De hecho, también conozco a muchas personas que no han vivido ninguno de estos estados. Son personas que han hecho cambios motivados por otras personas aún no siendo conscientes de la magnitud del problema de la basura que generamos, pero se suman al cambio con pequeños hábitos simplemente porque saben que es lo correcto sin plantearse nada más.
Al final, lo más importante, es contribuir con nuestro granito de arena al cambio. Da igual los motivos por los que empezamos o hasta donde somos conscientes del problema. Ni siquiera importa que no nos planteemos hasta donde queremos llegar o qué cosas queremos conseguir. Lo importante, lo más importante, es hacer algo. Porque al fin y al cabo, como seres humanos, ¿qué menos podríamos hacer por el hogar que nos acoge sin discriminación y nos da todo lo necesario para vivir?

Y tú, ¿has pasado por alguno de estos estados? ¿Todos? ¿Ninguno? ¿Cuál es el que has llevado peor?

 

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